Los bebés y los niños son, como los adultos, un conjunto de emociones y vivencias que se expresan a través de los tejidos de los que está conformado el cuerpo. Desde ahí podemos entender nuestros síntomas como la forma que tiene el cuerpo de decir que algo no está bien.

El tejido absorbe toda la energía vivenciada, los aspectos negativos y positivos. La capacidad  que tenga el propio niño de adaptarse al ambiente, a la familia, a las emociones de los de alrededor, y de gestionar todo aquello que vive, determinará la tensión de su cuerpo, el buen funcionamiento de órganos y tejidos y por supuesto, sus posibles desequilibrios funcionales que se dejarán ver en forma de enfermedades, malestares o cambios en la morfología del niño.

El tratamiento en bebés y niños es sumamente importante para ellos. Ellos no tienen forma de solucionar sus conflictos más allá de su capacidad de adaptarse a ellos y de los posibles entendimientos a los que pueda llegar con las personas cercanas. Todo lo que viven lo manifiestan directamente sin la capacidad de proceso que tenemos los adultos, desarrollada a través de años de experiencia. Esto quiere decir, que si un niño está sufriendo una emoción negativa ya sea rabia, miedo o inseguridad, ésta se expresa en su cuerpo directamente en forma de disfunción o malestar, y si éste no es capaz de gestionarla y salir de ese estado emocional, esta disfunción se va a cronificar en su cuerpo, determinando el funcionamiento de sus órganos y tejidos, creando patología muchas veces silenciosa, que arrastrará durante su niñez hasta que sea capaz de adaptarse equilibradamente a ella o gestionarla.

El Método Integrativo analiza energéticamente el estado de la persona para así poder liberar cualquier tensión contenida a través de manipular esa energía y ese cuerpo con suaves presiones y movilizaciones, hasta conseguir un estado general de equilibrio y paz. Este Método aúna conocimientos de osteopatía visceral, osteopatía craneosacral, osteopatía bioenergética celular, liberación moiofascial, y acupuntura. El tratamiento es indoloro, agradable y eficaz en poco tiempo, a veces con una sola sesión se equilibra al niño deshaciéndose cualquier tensión que llevara cargando por tiempo.

¿Cuántas sesiones son necesarias?
Normalmente pocas, pues los niños se liberan de sus tensiones rápido, no han estado mucho tiempo con ellas así que no hay un hábito instaurado que produzca desequilibrio crónico. De todas formas hay casos en los que se requiere tratamiento continuado, como es el caso de enfermedades de nacimiento o para hacer mantenimiento de la salud en patologías graves.

¿Cómo se desarrolla la sesión?
El niño normalmente si es bebé estará en brazos del padre o madre, y si es más mayor tumbado en la camilla. Se suelen quedar tranquilos y si no es así no importa pues el tratamiento se puede realizar con el niño activo. Hay niños que son reacios al tratamiento porque pueden sentirse inseguros al ser tratados por una persona desconocida, pero suelen adaptarse bien con el paso de las sesiones y acaban pidiendo ellos mismos venir a consulta cuando sienten que lo necesitan.
La sesión suele durar entre 30 y 45 min, y los padres pueden estar en la consulta siempre que quieran.

¿Qué niños y bebés pueden beneficiarse del Método Integrativo?
Cualquier persona y patología en cualquier momento puede tener un efecto positivo tras las sesiones del Método. Es una sesión en la que es el mismo cuerpo el que demanda la ayuda que se va a realizar, y el terapeuta simplemente escucha y acompaña a que el cuerpo se libere de la tensión y relaje su estado general hacia un mayor bienestar y salud. No se fuerza al cuerpo a nada, ni se hace ninguna técnica agresiva ni intrusiva. Se acompaña, se libera, se equilibra y se escucha al cuerpo que habla, se expresa y se relaja a través del acompañamiento respetuoso y atento del terapeuta.

Mi experiencia trabajando con niños

SEVILLA FISIOTERAPIA

Los niños son maravillosos, expresan tan fácilmente sus emociones a través de todo su ser, que a veces me parece imposible que los adultos no los sepamos entender. Nos falta atención a ellos, nos falta escucha y amor. Si permitiéramos que el niño se expresase libremente y a través del amor les escucháramos y aclaráramos sus dudas no bloquearían nada en su cuerpo. Pero muchas veces es imposible, en parte porque no se puede controlar todo lo que el niño vive, y en parte porque los adultos también llevamos lo nuestro encima cuando nos relacionamos con ellos. Así que cuando pongo mis manos encima de un bebé o un niño ocurre una cosa maravillosa en mi que me encanta, y es que me conecto con lo más respetuoso de mi, con la forma más limpia de escuchar, y lo acompaño a soltar y gestionar toda esa energía que se ha quedado estancada en su cuerpo, liberándose de emociones y tensiones que le molestan, para que pueda volver a ser el niño libre y sano que debe ser, por derecho.

Paula Arenas.